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HOMICIDIO o SUICIDIO, ÉSTA ES LA CUESTIÓN.

junio 22, 2004

Por: JUAN HELLÍN
Criminalista.
España.

Las inspecciones oculares de campo, no siempre es todo lo que vemos, ni tampoco lo vemos todo. Las reconstrucciones de hechos delictivos, es complicada, difícil de encajar las piezas, pero no debemos arrojar la toalla, costará más tiempo, pero al final daremos con la solución. Apoyo el dicho este: «no hay crimen perfecto, sino una mala investigación». Decía LERIE: «El indicio, testigo mudo, jamás miente»

Quiero contar un caso, de los que cualquier criminalístico se habrá encontrado en infinidad de veces, pretendo con ello, que gracias a la insistencia, paciencia y como dice nuestra deontología profesional, «amor al trabajo», se finalizó al menos con el convencimiento probatorio y moral de lo ocurrido.

En una noche, ya entrando en la primavera, me avisan de que, en una vivienda de una localidad de mi distrito, había ocurrido al parecer un suicidio. Después de recoger mí inseparable maletín, que bien grande es, y siempre me quedaba pequeño para todo lo que quería meter.

En la vivienda, propia de un pueblo, por sus exageradas medidas de los habitáculos, ya en el patio, donde me habían indicado los testigos del hallazgo, yacía la víctima. Como el hall y resto de la morada, el patio no tenía nada que envidiar, exageradamente grande, con un cierto aire andaluz, aunque más parecía estar en un patio de construcción «arabesco». Dividía esta zona una lujosa arquitectura de ladrillos vistos, de esos de la época que se hacían con adobe y a mano; unos arcos de medio punto que se unían entre sí por unas jardineras de donde salían plantas de parras que con gusto, fueron enredando los arcos y aledaño.

Como en el resto de la vivienda, se notaba un cierto abandono de limpieza, donde en el patio por estar más expuesto a las inclemencias del tiempo, se apreciaban por los riples u ondulaciones la dirección del viento que, con mayor frecuencia proyectaba la arena que arrastraba éste, en el lugar.

Sobre el arco principal, por ser el de mayor altura, pendía atado por el cuello el cuerpo sin vida de un barón, de unos 50 a 55 años, grueso, de poca estatura, descalzado de ambos pies. En una observación rápida, si bien no habían muchos elementos que estudiar; en el antepatio se vio unas zapatillas sin taloneras sobre el suelo, colocadas longitudinalmente a la víctima, por detrás del cuerpo, una silla con apoya brazos o butaca de plástico/resina, típicas de las terrazas y/o bares, de color blanco, a un lado una mesa rectangular con cinco sillas a juegos, colocadas tres a un lado y dos al otro, inequívocamente se podría aventurar que, la butaca que faltaba era la que se encontraba por detrás del difunto tumbada sobre el suelo.

En un principio no había más detalles dignos de mención que no formara parte del mecanismo de la muerte o que nos desvelara algún indicio del trágico suceso, como la llamada «carta al Juez» y otros de esta índole. Los brazos/muñecas no estaban atados, no presentaba signos externos de luchas/defensa o violencias. Al estudio más detallado sobre la atadura que suspendía al fallecido, que lo formaba un conductor eléctrico del tipo antihumedad, de color gris, que si bien no medí la sección de los hilos, pude ver que se trataba de un cable de 2×1'5 milímetros, el mismo se encontraba apoyado en el centro del arco descrito, un par de nudos cerraba el lazar que rodeaba su cuello, pero…., había algo que me llamó poderosamente la atención y que me hizo cambiar del «tan innegable suicidio». Se trataba precisamente del cable eléctrico, tenía unos siete u ocho metros de largo y en toda su extensión, rodeaba todos los pequeños arcos, maceteros y ornamentos de la repetida mediana, con el objeto de sujetar el peso del cuerpo, se podía decir que, de esta manera, estaba siendo atado el cable, entendí que el autor del enrollamiento, «entendía poco de nudos».

Al finalizar los nudos del cable que rodeaba su cuello, éste extremo, era corto, al menos eso me pareció; mi primera pregunta ¿Cómo consiguió hacer esos nudos y después atar el extremo del cable?. Ya se me hacía difícil, poder inclinar la balanza hacia el lado del suicidio u homicidio. Daba la impresión de que lo subieron al sillón y al más estilo de un western americano, arrojaron el cable por el arco y tiraron de él, posiblemente por no saber anudar, el supuesto «verdugo», enrolló el cable de la manera descrita para que se sujetara.

En todas las inspecciones oculares, a la llegada nos parece una cosa y según estudiamos las pruebas y elementos que los rodean, vemos otra. Así que sin pensarlo, empiezo de nuevo por el antepatio y deteniéndome y recreándome en lo primero que se ve, esto es, las dos zapatillas. Estaban colocadas haciendo casi un ángulo resto, su vértice serían las punteras, la derecha montaba sobre la izquierda, me pareció curiosa esa posición. Me dirijo a la butaca que estaba caída sobre el suelo, en la que se supone se subió para poder completar el mecanismo. Observo sobre el asiento y por la parte del borde externo, dos huellas de calzado, la izquierda se notaba la silueta y dibujo de la suela muy nítida, pero la derecha, se deslizaba desde el borde exterior al interior del asiento. Todo marcado por la arena reseñada que «alfombraba» el patio.

Uniendo ambos elementos, la posición de las zapatillas y el resbalamiento producido por el calzado de la derecha, estaba siendo claro que, el finado, se impulsa hacia el vacío con la pierna izquierda hacia delante y con la derecha hace el apoyo para el impulso (momento en que cae al suelo la butaca), así, la zapatilla del lado izquierdo llega antes al suelo que la derecha, posteriormente y debido al lanzamiento, cae la chancleta del pie derecho. Si situamos al cuerpo y calzado en la misma línea, coinciden perfectamente. Posteriormente compruebo que las huellas de calzado sobre el asiento, coinciden con las suela de las chancletas.

Me pareció que esto estaba claro y lo di como bueno, pero aun quedaba entender el enrollamiento del cable tan exageradamente largo, pues simplemente con anudarla en el pilar del arco, sería bastante. Siguiendo el recorrido con las vueltas y enrollamientos, apreciando que había tallos de la parra unidas al conductor eléctrico, evidentemente, el mismo, ya llevaba tiempo en aquel lugar. No obstante y por aquello de la curiosidad, y por ende, comprobación, lo seguí hasta dar con el extremo opuesto. Terminaba en un enchufe aéreo bifásico, estaba sujeto a un clavo en la pared de un cuarto próximo, junto a un enchufe hembra atornillado a la pared; comprendí en seguida que aquello estaba siendo utilizado como alargadera.

Al llegar la comisión Judicial, se pudo rescatar el cadáver, que presentaba por fricción una quemadura sobre el cuello del mismo ancho que el cable resellado, me indicaba que el nudo se lo había hecho sobre la zona de la garganta y por la gravedad, éste dio la vuelta aprisionándole el cuello.

Sólo me quedaba inspeccionar los nudos para ver como pudo hacerlo tan próximos al extremo del cable, comprobando que se habían hecho más hacia arriba, pero por la dureza del material no pudo apretar lo suficientemente para soportar su peso, por lo que al tirón, éste se deslizo hasta el extremo en el cual quedó bloqueado. Las puntas y funda estaban recientemente cortadas, por el cizallamiento que presentaba, se había hecho de una sola vez y con alicates de cortes, digo esto, por la inclinación con respecto al cable y por el aplastamiento que presentaba al principio del mismo.

Un caso resuelto de suicidio, que en posteriores investigaciones, fue una muerte anunciada por el estado mental del finado. En la autopsia no aparecieron otras causas que el suicidio por ahorcamiento.

RECOMENDACIONES:

En muchas ocasiones el homicida intenta modificar el escenario del crimen, para «orientar» al investigador a pensar en otras causas o hacia otros autores, detalles estos, que se debe tener en cuenta siempre y en todos los casos a investigar.

Nunca debemos estudiar una escena en su conjunto, si antes no se ha desmenuzado por separado, nos daremos cuenta que, el lugar del suceso será diferente visto desde una perspectiva y otra.

Finalizado el exhaustivo examen del lugar y se haga la hipótesis correspondiente, las piezas que no encajen, no se debe «ajustar» o «colocar» en el lugar que más interese al relato de lo que decimos ha ocurrido, será un grave error que pondrá la investigación en peligro.

Tener presente las opiniones de los demás que, con buen fin, intentan ayudar. No obcecarse con las pruebas, indicios y vestigios que no estén comprobadas fehacientemente.