SADISMO EN MASA
Autor: María Laura Quiñones Urquiza
Para explicar el fenómeno de la identificación colectiva, inevitablemente debemos citar, comprender e interpretar uno de los más brillantes trabajos de Sigmund Freud: Psicología de las masas y análisis del yo (Massenpsychologie und Ich-Analyse). En ese trabajo, vemos desde otra perspectiva cómo un Otro logra incorporar por medio de la transsubjetividad NORMAS ajenas en los individuos.
En psicoanálisis llamamos Pulsión al “instinto” del ser humano a fin de diferenciarlo del del animal. La pulsión es una disposición somato biológica de la cual solo veo el efecto, a ésta puedo demorarla, al instinto no. La Pulsión posee fuerza, perentoriedad, una meta que es la satisfacción y una representación del objeto necesario para su satisfacción. El instinto es más directo, es una tendencia innata automática y rígida, es causa efecto. Prueba de ello es que los animales que tienen hambre comen alimento en cualquier estado y simplemente ejecutan sus necesidades fisiológicas en donde sea.
El concepto de pulsión de vida (eros) y pulsión de muerte (tánatos) abarca las pulsiones creativas, positivas, armoniosas, virtuosas y constructivas en el hombre en quién conviven también las pulsiones negativas, destructivas, agresivas y mortíferas. Como para los chinos existen el ying y el yang. Tal es así que las dos son necesarias en su justo equilibrio para su supervivencia, las pulsiones se expresan en la defensa ante un ataque, masticación, ternura, actos de generosidad, habilidades, etc. De predominar en demasía una de ellas podríamos hablar hasta de patologías. El concepto de libido atañe únicamente a la energía psíquica positiva.
Buscamos una explicación psicológica para algunos aspectos de la dinámica de las sociedades humanas y muy particularmente de lo que sucede con el psiquismo del individuo insertado en la masa, Freud optó por una concepción reduccionista de lo social, pues el grupo constituye el modelo abreviado o experimental de la sociedad.
Freud rechaza la oposición clásica entre psicología individual y psicología social o psicología de las masas, destacando que en la vida psíquica de un individuo hay constantemente un Otro (para Jacques Lacan: modelo, objeto, rival), y que por lo tanto la psicología individual es siempre social.
Observa que este fenómeno se traduce por un acrecentamiento del afecto y una inhibición del pensamiento. Formula entonces la hipótesis de que las relaciones amorosas son la esencia del alma de las masas, y enfatiza la función del conductor. Así, distingue entre las masas sin conductor, que él llama masas espontáneas, cercanas al estado de naturaleza, y las masas con conductor, o masas artificiales, que son el producto de la cultura.
La Iglesia y el ejército son dos ejemplos de esas masas organizadas con conductor, masas artificiales, puesto que están construidas a partir de coacciones que obstaculizan su disolución espontánea.
Del examen de estos dos ejemplos surge la existencia de dos ejes estructurales: un eje vertical según el cual se organiza la relación de los miembros de la masa con el conductor, y un eje horizontal que representa la relación de los miembros de la masa entre ellos.
Las observaciones dan fé de la naturaleza amorosa de esos vínculos. En primer lugar, en cada uno de esos dos ejemplos se presume que el conductor (Cristo o comandante en jefe) profesa el mismo afecto por cada miembro de la masa.
En segundo lugar, en caso de disolución de la masa, aparece un fenómeno de pánico, en el cual se mezclan sentimientos de soledad y abandono, ligados al debilitamiento de los lazos sólidos ya constitutivos de la masa, y generadores de angustia. También se observa la existencia de un sentimiento de hostilidad, incluso de odio, dirigido a quienes no son miembros de la masa y que por ello representan un peligro para su cohesión.
Estas observaciones demuestran que el eje vertical, el vínculo con el conductor, es determinante para el eje horizontal, el de la relación entre los miembros de la masa. Surgen otras cuestiones, si bien el conductor es indispensable para el mantenimiento de la masa, puede no obstante ser reemplazado por una idea, un concepto ó una ley.
El peligro es aquel “padre de horda” con perfil de Personalidad Antisocial al que algunos llamamos el Psicópata Parásito, para los norteamericanos es aquel que padece un Desorden de Personalidad Antisocial por Poder y mediante el hipnotismo en masa y la sugestión (la mejor amiga de la hipnosis) sabe apelar a la pulsión tanática o mortifera que todos tenemos también, logrando desequilibrar un enjambre de "personajes" vulnerables, solitarios, narcisistas u otros psicópatas como él.
Carl Gustav Jung llamó La Sombra al sadismo que puede surgir cuando los grandes grupos se juntan, el ejemplo típico es el de las canchas de fútbol, donde algunos son incontrolables, salen de alli y muchos de ellos son amorosos padres o hijos. Vemos pues como se puede producir el fenómeno de la identificación, donde los propios intereses, principios, límites o pulsiones son dejados de lado, pasando a manejarse por los del grupo en pro de un concepto, ideal o un conjunto de normas.
En general en la formación de grupos puede ocurrir que para afianzar la alianza implícita, utilizan a un chivo expiatorio, lo defenestran o destruyen. En el mejor de los casos aparecerá el sentimiento de culpa, y en el peor ocurren por ejemplo las lapidaciones, sectas de criminales, etc..
Muchas veces al formar parte de esos grupos las licencias están permitidas, probablemente los "límites" tengan que ver con aspectos como la obediencia, y paradójicamente con la pulcritud.
Freud pensaba que la identificación es el proceso primordial del eje horizontal, traza entonces una distinción clara entre el yo y el ideal del yo (el deber ser), pasando posteriormente a considerarlo como Superyo, es decir un patrón de leyes internalizadas.
Una masa organizada es por un lado el resultado de la instalación por numerosos individuos de un mismo objeto exterior en el lugar de su ideal del yo, o sea de la constitución del eje vertical. La transformación sería el producto de una limitación de las propias satisfacciones y aceptada por cada uno de los miembros de la masa. Esta limitación se da porque el conductor ocupa la posición del ideal del yo para cada uno de esos individuos. El vínculo fraternal constituido entre los miembros de la masa actúa como compensación por el costo que el individuo paga para insertarse en ella, es decir por su transformación psicológica y renuncia al cumplimiento de sus propios deseos u opiniones.
BIBLIOGRAFÍA
Temas de Psicología Junguiana, Nestor E. Costa. CEA 1995
Sigmund Freud Obras Completas Tomo XVIII, Amorrortu Editores.