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Blindaje Corporal: Conozca Qué lo Protege

junio 30, 2005

No es un secreto que el número de armas en las calles y la cantidad de delincuentes dispuestos a usarlas es cada día mayor. Es por ello que lo que se conoce como el blindaje corporal ha tomado más importancia y popularidad no solo entre quienes resguardan la seguridad en las calles sino también, en quienes consideran que en su vida existe la posibilidad de encontrarse en un enfrentamiento armado.



Los chalecos antibalas hoy día están confeccionados en su inmensa mayoría por capas de tela elaborada de lo que se conoce como fibra aramida. Dicha fibra posee varios nombres comerciales de los que resalta el Kevlar por ser el más conocido y es elaborado por la empresa Dupont, habiendo también el Twaron así como otras fibras conocidas como Dynema y Spectra. Estos chalecos están compuestos por varias capas de la fibra, ese número de capas es lo que determina el nivel de blindaje que va del I al V y su función es, por su capacidad de resistencia, dispersar la fuerza del impacto del proyectil a lo largo y ancho del chaleco, deteniendo así el mismo entre las capas que posee.

Sin embargo no todo es bueno ni tan sencillo como parece pues en el impacto de un proyectil promedio se produce lo que se conoce como “Trauma Ciego” que no es otra cosa sino la momentánea penetración que se sufre mediante la detención de la bala, cuya medición promedio es de 4,4cm lo que en muchos casos se trata de un daño considerable. Debe señalarse también que la exposición del chaleco a largos períodos bajo luz solar u otros tipos de luz UV, el uso de detergentes y agua en su lavado y hasta un tiempo de uso que oscila entre 5 años desde su inicio de uso, son elementos vitales que podrían afectar la eficacia de la prenda.

En el trabajo del patrullero moderno solo un chaleco blindado de nivel II o IIIA es suficiente protección que debe ir siempre acompañada de experiencia y entrenamiento. Sin embargo hay labores que requieren de un mayor nivel de resguardo como lo son las unidades tácticas y los escuadrones anti-explosivos. En las unidades tácticas los chalecos varían desde niveles III hasta V, en algunos casos con protectores pélvicos o cervicales, acompañando la protección a su vez, con un casco modelo PASGT del mismo material balístico pero en una presentación rígida y en casos más extremos, de un escudo antibalas con visor de policarbonato usado mayormente por grupos de asalto.

Finalmente la escafandra de seguridad utilizada por los explosivistas más cercanos al artefacto es lo máximo en protección. Dependiendo del fabricante este traje puede sobrepasar los 50Kg y en muchos casos poseen hasta un sistema interno de ventilación, dejando solo expuestas ambas manos del técnico para una libre movilidad a la hora de manipular los instrumentos. Tanto este traje como el casco PASGT y el chaleco antibalas común provienen de la invención de esta maravillosa fibra que en relación a peso y composición puede ser hasta 6 veces más resistente que el acero, lo que más que una muestra de tecnología en casos de prevención, resulta un segundo chance de vida.

Fuente: Entrevista al especialista Werther Blanco, Do*****ental “La Fibra Milagrosa” Caracas 2005