Autor: Alejandra Noillet – Argentina
1. «Un recorrido en el tiempo 1835-1927
2. Balística Forense
3. Características de El proyectil
Criminología:
Balística
Indice
1.
«Un recorrido en el
tiempo 1835-1927
2.
Balística Forense
3.
Características de El
proyectil
1. «Un
recorrido en el tiempo
1835-1927
Cuando hoy en día surge
una investigación relacionada
con la utilización de armas
de fuego todos sabemos, más o
menos, que no hay dos armas
que dejen idénticas marcas en
la munición empleada. Y que,
mediante el estudio de las
lesiones dejadas en el
proyectil cuando éste se
desliza por el ánima del cañón,
o las producidas en la vaina,
por la rampa de alimentación,
las paredes de la recámara,
la culata de cierre, la aguja
percutora, el extractor y el
expulsor, se puede llegar a
deducir el arma que realizó
el disparo.
Esto que a nosotros nos parece
una perogrullada, fue para
nuestros antecesores un largo
camino a recorrer hasta dar
con los procedimientos técnicos
que permitieran afirmar con
rigor científico qué arma
fue la empleada para realizar
los disparos.
A continuación vamos a dejar
un poco de lado las cuestiones
técnicas de la «balística
forense», para centrarnos
preferentemente en la historia
de su nacimiento.
El primer intento con éxito
del que se tiene constancia,
al descubrirse al autor de un
crimen realizado con un arma
de fuego, data de los
comienzos del siglo XIX.
Corría el año 1835, y en la
ciudad de Londres no había
cuerpo de policía, tan solo
un pequeño grupo de
«ayudantes»
reclutados
por Hemry Fielding -juez de
paz de Wesminster-, a los que
se les conocía como los Bow
Street Runners, y que se
dedicaban a investigar los crímenes
utilizando métodos poco
ortodoxos, e incluso alguna
vez que otra no muy legales.
Henry Goddard, uno de estos
«peculiares
investigadores», al
observar una bala extraída
del cuerpo de una víctima de
un asesinato, se percató de
la existencia de una llamativa
protuberancia o abultamiento
en la misma.
Dado que por aquélla época
las armas de fuego eran de
avancarga y los tiradores
habitualmente hacían mediante
un molde o turquesa sus
propios proyectiles, nuestro
avezado investigador pensó
que si encontraba el molde
encontraría al asesino.
Con ésta idea, Goddard se
lanzó a registrar las casas
de los sospechosos, y cuando
procedía al registro de la
vivienda de uno de ellos, al
examinar el molde con el que
fabricaba las balas de plomo
el morador de la misma,
nuestro avezado investigador
pudo observar que en el
interior de la turquesa había
una pequeña hendidura.
Procedió a fabricar un
proyectil y al compararlo con
el que se extrajo del cuerpo
de la víctima pudo ver que
los abultamientos de ambas
eran idénticos.
Esto, y suponemos que un poco
de «presión», hizo
que el asesino confesara su
crimen.
Caso resuelto.
En este primer caso, podemos
decir que el rigor científico
brilló por su ausencia, sólo
la suerte y la intuición se
aliaron para llegar al acierto
policial que convertiría a
Goddard -sin que tuviera
consciencia de ello- en el
precursor de lo que llegaría
a ser un nuevo método para la
investigación de los crímenes
cometidos con armas de fuego.
Dejaremos pasar el tiempo y
algunos casos resueltos con
mayor o menor rigor científico,
hasta situarnos en la Alemania
de 1898.
Un médico forense berlinés,
el Dr. Paul Jeserich, asistía
en calidad de experto al
tribunal de la ciudad alemana
de Neuruppin en un caso de
asesinato.
Durante el proceso le
mostraron a Jeserich un
proyectil extraído del cuerpo
de la víctima, y el revolver
propiedad del acusado. Nuestro
doctor era partidario de la
teoría que afirmaba que el
proyectil al recorrer el ánima
del cañón y rozar con las
estrías de éste a gran presión,
sufría una serie de lesiones
y por lo tanto si se realizaba
otro disparo con el arma del
criminal, el deslizamiento por
el ánima del cañón produciría
unas lesiones en la bala
iguales a las que tenía la
extraída del cuerpo de la víctima,
siempre y cuando el arma
empleada fuera la misma.
Con esta idea realizó un
disparo de prueba, fotografió
las dos balas, amplió las
fotos y sorpresa, se dio
cuenta de que las lesiones
dejadas por las estrías y los
campos del ánima del cañón
en la «bala
testigo»(1), eran idénticas
a las que tenía la «bala
dubitada»(2).
Comienza el siglo XX, y poco a
poco otros investigadores
fueron creando nuevos métodos
de investigación, que irían
dando a conocer en sus
asesoramientos a los
tribunales de justicia. Uno de
ellos, Richard Kockel, siendo
director del instituto forense
de la ciudad de Leipzig,
efectuó las primeras pruebas
del «desarrollo» del
cuerpo de la bala (fig.1)
realizando negativos de la
misma en láminas de cera y óxido
de cinc.
O el profesor Balthazard a
quien llamó la atención que
en el culote de la vaina
existieran una serie de marcas
y que éstas eran producidas
al incidir sobre él la aguja
percutora en el momento del
disparo. Y eso no era todo. La
culata del cierre de la recámara
también producía una serie
de lesiones en el culote del
cartucho, e incluso el
extractor y el expulsor
dejaban marcas características
en la vaina. Balthazard había
descubierto un camino muy
importante, pero a causa del
comienzo de la I Guerra
Mundial estas investigaciones
fueron abandonadas.
Va pasando el tiempo y
llegamos al año 1917. Entra
en escena uno de los grandes
pioneros de la balística
forense: Charles E. Wite.
Su historia se mezcla con la
balística, cuando como
funcionario del ministerio público
del estado de N.Y., asistió
como ayudante al Presidente de
la Comisión de Investigación
nombrada por el Gobernador del
Estado, encargada de revisar
la no muy fiable sentencia
dictada por un tribunal del
condado de Orleans en el
proceso que investigó y juzgó
el caso del doble asesinato
cometido en la noche del 21 de
marzo de 1.915 en una granja
del pequeño pueblo de
West-Shelby, en donde su
propietario Charles B. Phelps
y su ama de llaves Margarett
Walcott fueron asesinados a
tiros con un arma del calibre
22.
Dos trabajadores de la granja
Charles E. Stillow y su cuñado
Neldon Green, fueron acusados
y condenados en un proceso que
estuvo repleto de
irregularidades.
Del cuerpo de Charles B.
Phelps se extrajeron tres
balas del calibre 22, y a
Stillow, se le requisó un
revolver del mismo calibre. El
fiscal del caso contrató a
Albert Hamilton, uno de los
abundantes y poco fiables
«expertos» en balística
que pululaban en aquélla época
alrededor de los tribunales de
justicia de los EE.UU
ofreciendo sus servicios para
asesorar como «técnicos
en balística», y que en
la mayoría de los casos
siempre se inclinaban a dar la
razón a la parte que los
contrataba.
Hamilton, tras inspeccionar el
revolver de Stillow y observar
mediante un microscopio los
tres proyectiles extraídos
del cadáver, realizó un
dictamen demoledor para los
acusados. Dijo que junto a la
boca del cañón del revolver
había una muesca, y ésta
misma muesca aparecía marcada
en las balas, lo que le sirvió
para decir que: «las
balas asesinas sólo pudieron
ser disparadas por el revolver
del acusado».
Gracias a este dictamen tan
demoledor como falso, los
acusados fueron condenados a
la silla eléctrica.
Al proceder a la revisión del
caso, la Comisión que había
nombrado el gobernador
Whitmann, no fiándose del
dictamen de Hamilton, mandó
efectuar varios disparos de
prueba para obtener balas
testigo, que posteriormente
fueron mandadas junto con las
dubitadas, a la compañía óptica
Bausch & Lomb, con el
encargo de buscar las muescas
que Hamilton dijo haber
encontrado.
Mediante un estudio con los
aparatos ópticos mas precisos
de que se disponía intentaron
localizar las muescas, no
siendo capaces de dar con
ellas ni en las balas extraídas
del cadáver ni en las que se
obtuvieron en los disparos
realizados de prueba. Sin
embargo, se efectuó un
importante descubrimiento.
Tanto las balas del crimen,
como las de prueba tenían
cinco estrías, pero con una
gran diferencia: las estrías
del arma de Stillow eran
normales y regulares, y así
se podía apreciar en las
balas obtenidas al efectuar
los disparos de prueba, pero
en las balas dubitadas había
quedado marcado un campo
intermedio de una anchura
anormal. El arma utilizada
para cometer el crimen tenía
un defecto de fabricación que
no tenía el arma propiedad de
Stillow.
Stillow fue declarado
inocente, pero había pasado
tres años en presión estando
a punto de morir en la silla
eléctrica a causa de un falso
informe de un no menos falso
especialista en balística.
Charle E. Waite, quedó muy
impresionado a causa de lo
ocurrido, y se prometió a sí
mismo que intentaría dar con
un sistema fiable y capaz de
identificar el arma utilizada
en un crimen mediante el
estudio del cartucho empleado.
Con esta idea en mente se lanzó
a visitar las fábricas de
armas más importantes de los
EE.UU y a continuación las
europeas, solicitando los
datos exactos de las características
de las armas que fabricaban. A
finales de 1923, después de
cuatro años de viajes e
intenso trabajo realizó un
gran descubrimiento: ¡No había
ni un solo modelo que fuera
exactamente igual a otro! Había
diferencias en los calibres,
en el número y orientación
de las estrías, de manera que
estas podían estar orientadas
a izquierda o a derecha, y sus
ángulos de torsión podían
ser distintos.
Waite con todos estos datos de
fabricación realizó una
especie de altas o catálogo técnico
de la mayoría de las armas
existentes en aquella época,
recogiendo los «caracteres
de clase»(3) que
definen a todas las armas que
son de un mismo tipo, marca y
modelo, pudiendo llegar a
determinar mediante la
observación y posterior
consulta de las lesiones
producidas por estampación en
la vaina, o por deslizamiento
en la bala, qué modelo de
arma había sido empleado en
un crimen, llegando a
diferenciar si el cartucho
empleado procedía de un
revolver Colt Army Mod. 1873
ó de un Smith Wesson Ejército
Nº3.
Pero estos resultados
aparentemente satisfactorios sólo
solucionaban una parte del
problema, puesto que no era
factible diferenciar un Colt
Army Mod. 1873 de otro Colt
Army Mod. 1873.
Hacía falta encontrar unos
«caracteres
individualizantes»(4) que
permitieran distinguir dos
armas del mismo tipo, marca y
modelo.
La solución a este nuevo
problema la encontró
observando el proceso de
fabricación del cañón de
una pistola.
El cañón es fabricado y
pulido en un bloque cilíndrico
de acero, al que mediante una
cortadora automática de acero
se procede a labrar en él las
estrías. Aunque en este
proceso se utilizan máquinas
de gran calidad y precisión,
durante el mismo hay que
interrumpir frecuentemente el
trabajo para afilar las
cuchillas de las máquinas. Si
se observa al microscopio el
filo de la cuchilla de una
cortadora se verá que este no
es recto, sino dentado. Por lo
tanto, el orden y la medida
del dentado es forzosamente
distinto en cada filo produciéndose
cada vez que estos son
afilados cambios en los mismos
que luego podrán ser
observados en cada una de las
estrías. Si a todo esto se le
suma la acción abrasiva,
causada por las virutas de
acero que se producen en el
proceso y que la cortadora
empuja a lo largo del interior
del cañón durante la
fabricación del mismo, nos
dará como resultado en cada
arma unas características que
no se repetirán jamás.
Si tenemos en cuenta que la
bala al pasar por el ánima
del cañón sufre dos tipos de
lesiones: las primeras
causadas por las estrías del
ánima, que en la bala se
convertirán en campos, y las
segundas causadas por los
campos del ánima, que darán
como resultado las estrías en
la bala, podemos llegar a
decir que la bala, después de
recorrer el ánima del cañón,
se convierte en el negativo de
éste.
Aquí estaba la solución,
ahora sólo era preciso
encontrar éstas mismas
diferencias en las balas. Y
esto sólo era posible con un
buen microscopio.
Waite explicó su idea al óptico
Max Poser y le pidió que le
fabricara un microscopio para
poder verificarla. El óptico
le fabricó un microscopio
dotado con un soporte que
mantenía sujeta la bala, y
con una escala de medición
que permitía medir las
lesiones mas insignificantes
que existieran en la misma.
Waite avanzaba poco a poco,
pero por el camino correcto,
cuando entusiasmados por el
desarrollo de las
investigaciones, se le unieron
el físico John H. Fisher y el
químico y gran especialista
en microfotografía Philipp O.
Gravelle. Gracias a esta unión
nació en Nueva York el primer
instituto de balística
forense del mundo Bureau of
Forensic Ballistics. El gran
salto se había dado.
Fisher aportó a la
investigación dos grandes
inventos, con el primero de
ellos desarrollado basándose
en la idea del Citoscopio médico,
construyó un aparato que servía
para ver con todo detalle el
interior del cañón de un
arma de fuego. Nacía el Helixómetro.
La segunda aportación fue un
nuevo microscopio calibrador
con una mayor precisión que
el fabricado anteriormente por
Poser, y que permitía medir
con muchísima más precisión
los campos intermedios, las
estrías, y la orientación de
las mismas.
Con éste nuevo microscopio
Gravelle pudo observar gran
cantidad de proyectiles
disparados por distintas armas
de un mismo modelo. Pero no
estaba del todo satisfecho,
puesto que para comparar un
proyectil con otro había que
observarlos por separado lo
cual suponía mayor imprecisión
que examinándolos a la vez.
Gravelle se puso a pensar y se
le ocurrió la idea que daría
a la balística uno de los
fundamentos científicos mas
importantes.
Cogió dos de los microscopios
calibradores y los unió
mediante un dispositivo óptico
gracias al cual se podían
observar dos proyectiles
juntos superponiéndolos en
una sola imagen y lograr que
ambas giraran de manera que se
pudieran comprobar viendo las
coincidencias y diferencias
que hubiera en las mismas. El
microscopio comparativo de
Gravelle veía la luz.
Por estas fechas al equipo de
Waite se unió un nuevo
miembro el doctor Calvin
Godarte que al poco tiempo de
manejar el microscopio
comparativo podía distinguir
si una bala dubitada y una
testigo habían sido
disparadas por la misma arma.
Y eso no era todo. Goddart
siguiendo el camino que había
iniciado el profesor
Balthazard, comenzó a
observar el culote de las
vainas disparadas encontrando
que las lesiones producidas
por las máquinas empleadas en
la fabricación de la aguja
percutora o del bloque de
cierre del arma que había
realizado el disparo, coincidían
con las lesiones que aparecían
en el culote de la vaina
empleada.
Desde 1925, en que Gravelle
inventó el microscopio
comparativo, hubo que esperar
a la primavera de 1927, cuando
en el proceso Sacco-Vanetti,
Calvin Godarte lo dio a
conocer realizando con él un
dictamen modélico en la
historia de la Balística
Forense.
NOTAS
(1) Testigo.- Las balas o
vainas obtenidas mediante
disparos de prueba. También
se las denomina
«muestra» o
«acriminadas»
(2) Dubitadas.- Las balas o
vainas implicadas en el suceso
criminal que se investiga.
(3) Caracteres de clase.- Son
las características comunes
de todas las armas de la misma
clase, tipo, marca y modelo.
Si tiene o no tope expulsor y
su forma. Tipo de percusión.
Forma y situación de la uña
extractora. Número, anchura,
inclinación y orientación de
las estrías del ánima del cañón.
(4) caracteres
Individualizantes.- Son las
características exclusivas
del arma que se somete a
estudio, sin tener en cuenta
la clase, tipo, marca y modelo
de la misma.
Estos caracteres vienen dados
por las lesiones que el arma
produce en la munición que
usa, y son causadas por las
huellas que las herramientas
dejaron en el arma durante el
proceso de fabricación, por
las adquiridas posteriormente
a causa de su uso, o por algún
defecto de fabricación.
Las lesiones por arma de
fuego se producen por
proyectiles que son expulsados
por instrumentos preparados
para lanzarlos.
La mayor parte de los delitos
con armas de fuego son en base
a armas de calibre 22 (prácticamente
de venta libre en las armerías),
y poder destructor similar a
las armas de guerra en las más
cortas.
Los calibres 22 y 32 no son
tan peligrosas como una 9 mm
(de los policías). Las armas
de fuego tienen distintas
dimensiones, que hacen que se
las denomine cortas o largas,
atendiendo a la longitud de
los cañones (menos de 30 cm
son cortas y más de 30 cm son
largas). Las armas cortas son
armas de puño (se manejan con
una mano), las armas largas
son de hombro (el hombro es el
punto de apoyo para accionar
el mecanismo de disparo).
Las ametralladoras son armas
automáticas que se manejan
con ambas manos desde la
altura de la cintura.
Reciben distintos nombres según
se accionen mediante un solo
movimiento, que produce el
disparo y sólo un tiro.
Las pistolas automáticas son
accionadas por un solo dedo,
mientras se mantenga la presión
en el gatillo sigue
disparando, mientras tenga
balas en el cargador.
Hay proyectiles encamisados o
blindados y otros de plomo
desnudo.
Los que disparan los revólveres
son de plomo aleados con
antimonio, mientras que los
encamisados se usan en las
armas de guerra (fusiles de
asalto, 9 mm, etc.). La
velocidad no tiene nada que
ver con que sean desnudos o
encamisados, la ventaja está
para el hombre de batalla en
que los encamisados no
emploman el cañón (no se
deposita plomo) y no se tiene
que estar limpiando (porque no
tiene tiempo para hacerlo).
Cuando a una persona se le
secuestra un proyectil
encamisado en una necropsia,
es muy probable que haya sido
por fuerzas policiales o
militares, pero no es seguro
que sea así, ya que estos
proyectiles se venden mucho
ahora.
Hay una ley 20.429 con sus
decretos reglamentarios 375/95
y demás, que es la Ley
Nacional de Armas. Es un
decreto en el que se considera
armas de uso civil a los revólveres,
carabinas (hasta calibre 22),
las pistolas de calibre 6,35
mm, los fusiles (hasta calibre
22). Armas de uso exclusivo
por fuerzas militares y de
seguridad, escopetas de
calibre superior a 14 mm.
Están prohibidos los
silenciadores, las miras láser
o detectores infrarrojos (para
disparar en la oscuridad), las
armas de fuego de lanzamiento
(en forma de lapicera,
proyectiles 22), los
proyectiles expansivos (que se
fragmentan al impactar, sólo
se vende para cazadores de
caza mayor, que justifique la
tenencia del arma y pueda
acreditar que es cazador).
Los delincuentes tienen
todas estas armas.
Hay proyectiles únicos, un
disparo un proyectil lanzado;
y hay escopetas, las que
normalmente disparan un
cartucho con perdigones
(pueden ser para cacería de
aves, también son efectivos
para perseguir delincuentes,
en cada cartucho hay 9
proyectiles esféricos
llamados postas, cada uno pesa
6 veces menos que un proyectil
calibre 22).
También están los
proyectiles antidisturbio, que
son de goma endurecida, y hay
otros que tienen un núcleo de
metal recubiertos con goma,
también en forma de postas,
es decir 6 a 8 en cada tiro.
Cartucho: formado por una cápsula
(gralmente de latón o bronce)
que en su parte posterior o
culote tiene una excavación
en donde está contenida una
cajuela o capilla (cápsula
fulminante) que tiene un
explosivo, que no es pólvora
que se usa para dar fuego a la
pólvora que está en el
interior de la vaina, con el
objeto de producir sobre ella
una descomposición química
exotérmica llamada deflagración,
difiere de una explosión en
el tiempo que tarda en
producirse (deflagrar es arder
rápidamente con llama y sin
explosión), se puede regular
la deflagración de la pólvora,
según el cartucho, la
velocidad que se le quiere dar
al proyectil, para desarrollar
mayor o menor fuerza sobre el
blanco. La pólvora,
actualmente, generalmente
usada en carga de cartuchos es
la pólvora blanca, químicamente
es una pólvora piroxilada
(trinitrato, pentanitrato u
octonitrato de celulosa). Las
fibras de algodón se someten
a la acción de ácido sulfúrico
y nítrico, siendo el primero
deshidratante y el segundo
produce la fijación de grupos
nitritos en la molécula de
celulosa. Mientras más grupos
nitritos tenga, mayor potencia
tiene la pólvora.
La pólvora se encuentra en el
interior de la vaina, separada
de la carga iniciadora (dentro
de la cápsula fulminante). El
fondo tiene dos orificios (oídos
u opérculos). La carga
iniciadora es un explosivo que
detona por percusión, cuando
el martillo golpea la cápsula
fulminante, forma fuego y se
transforma en gas en 10 milésimas
de segundo. El calor sumado a
la presión producida por el
gas avanza por los opérculos
hacia el interior de la vaina
y enciende la pólvora.
El proyectil está sujeto a
presión y por un reborde de
la vaina, y la presión que se
da es proporcional a la
velocidad que se le quiere dar
al proyectil, a la cantidad de
gases que se comprimen dentro
de la vaina antes de que el
proyectil sea desalojado del
engarce de la vaina. Cuando
los gases superan la fuerza de
contención del proyectil en
el segmento cilíndrico de la
vaina (donde está contenido),
este proyectil abandona la
vaina y se desplaza por el cañón
del arma, que tiene una serie
de estrías helicoidales, dándole
a este un movimiento de rotación.
La cabeza del proyectil pesa
menos que su base, por lo
tanto el centro de gravedad
está desplazado hacia la base
del mismo, entonces gira y
avanza con el sector posterior
hacia delante. La finalidad de
las estrías en el interior
del cañón es darle un
movimiento más al proyectil
que el de avance, que es el de
rotación sobre su eje geométrico.
Estos movimientos se comportan
en forma independiente,
mientras el proyectil avanza
por el cañón, se marca por
las estrías y cuando sale del
cañón, al estar marcado por
las estrías, sale girando.
Todo esto hace que la parte
posterior del proyectil, más
pesada y de sección plana,
quede por detrás del extremo
anterior que es más aguzado,
le ofrece menos resistencia al
aire y tiene una mayor
capacidad de penetración. Las
estrías son características
para cada arma, son como las
huellas digitales. No puede
haber dos sistemas estriados
iguales en dos armas
diferentes, esto sirve para
identificar el origen de los
proyectiles.
El mecanismo de aceleración
del proyectil es el mismo que
para proyectiles múltiples.
En el cartucho de escopeta, la
pólvora está contenida por
un cuerpo (llamado taco), que
tiene por función evitar que
se mezclen los perdigones con
la pólvora, y evitar que los
gases de la pólvora avancen
entre los perdigones,
perdiendo la velocidad para
acelerar los proyectiles. Este
taco acompaña en bloque a los
perdigones. También puede
haber otros tacos
«concentradores de
perdigones», otro taco de
cierre (de cartón o metálico)
que sirve para contener, para
que no se caigan los
perdigones y para que los
mismos salgan en bloque.
Los cañones de escopeta
tienen un estrechamiento
(gollete, como el cuello de
una botella, o choke) en la
salida, generalmente de uno de
los caños. Este
estrechamiento es para que en
el arma de dos cañones, los
perdigones que se disparan en
un segundo tiro, al salir por
un tubo más estrecho, los
perdigones se mantienen más
próximos unos de otros.
Ejemplo de esto es cuando se
caza aves, con el cañón
«normal» se levantan
las aves y con el agolletado
se mata.
Cuando una persona es atacada
con proyectiles múltiples, se
dice que a los 5 metros se han
dispersado perdigones
abarcando cabeza y cuello; a
los 10 metros toma cabeza,
cuello y mitad superior del
tronco; a 15 o 20 mts. Toma
cabeza, cuello y tronco. Si el
cañón está agolletado es más
difícil averiguar la
distancia, porque no se sabe
con qué caño se disparó.
Calibres de las armas:
0,22
0,32 son centésimas de
pulgada (una pulgada es 2,54
cm.), que expresan el diámetro
del
0,38 proyectil.
Entonces, el calibre 22, son
22 centésimas de pulgada, es
decir 0,55 cm o 5,5 mm. La
energía cinética está
determinada por la masa del
proyectil: 15 kgm/ cm 2
es la fuerza de penetración
del calibre 22, y 35 kgm/ cm2
es la fuerza de penetración
del calibre 45. La
transferencia de energía cinética
de los proyectiles al cuerpo
del blanco es lo que produce
la destrucción de tejidos.
Fusil FAL: (ejército,
gendarmería, policía)
desarrolla tal energía, que
ingresando el proyectil por el
tórax produce la ruptura de
ligamentos, riñones, por la
transferencia de energía.
Cuando el cañón es más
largo, la deflagración de la
pólvora actúa durante más
tiempo y la energía que
desarrollan los proyectiles es
mayor. Si el disparo se hace
con un caño de 10 cm de
longitud no es lo mismo que
con uno de 40 cm. A mayor
tiempo de acción, mayor energía
y por lo tanto mayor efecto.
Las pólvoras negras dejan la
traza del carbón, cosa que no
ocurre con las pólvoras
blancas. La pólvora negra
también produce humo, no
sirve para la guerra, porque
no se ve el enemigo, la blanca
no produce humo.
Los proyectiles múltiples de
escopetas se comportan a la
salida del cañón como un
proyectil único, pues los
perdigones están juntos hasta
un metro de la boca del arma,
y producen lesiones de 5 a 7
cm de diámetro.
Las escopetas de proyectil múltiple
también pueden usar
proyectiles chicos para
escopeta, que fueron creados
por Brenecke, tienen aletas
direccionales para tener un
hueco, representa el peso de
unos 10 proyectiles calibre
22, y tienen un gran poder de
destrucción.
Los proyectiles de revólver,
que son de plomo desnudo, son
una aleación de plomo con
antimonio. Los proyectiles
encamisados, tienen un núcleo
de plomo y una caperuza o
cofia de latón rojo (mezcla
de cobre con estaño y
aluminio) que envuelve al
proyectil.
Según las pruebas que se
hacen con los restos metálicos
se establece la fábrica, el
lote de fabricación, luego a
qué armería se le vendió y
quién compró en esa armería.
Los disparos dejan trozos
sobre las prendas y la piel,
son vestigios, que salen de la
boca del arma. Un primer
segmento de 6 cm es la zona de
chamusco (por efecto de la
llama o gases que salen por la
boca del arma en el momento
del estampido, los cuales
tienen una temperatura de 600ºC;
cuando se produce la
deflagración la temperatura
alcanza los 2000 a 3000ºC.
Cuando hay chamusco de lanugo,
vello, fibras de ropa, quiere
decir que el disparo se ha
efectuado a menos de 6 cm (a
quemarropas). Si se produjo a
una distancia de 6 a 25 cm,
aparece una zona de
ahumamiento o falso tatuaje,
gris negruzca, que sale fácilmente
con el lavado.
A más de 30 cm y hasta los 70
u 80 cm no hay zona de
ahumamiento, dado que se ha
dispersado, las partículas no
tienen la energía cinética
suficiente para llevarlas más
allá de los 30 cm. Aquí
encontramos partículas de
tatuaje verdadero o
propiamente dicho, que son
partículas de la misma
naturaleza que el falso
tatuaje, pero aglomeradas por
el calor, por los metales que
se funden a la temperatura de
la deflagración. A mayor
distancia es mayor la energía
cinética y llegan más lejos.
Esas partículas son visibles
hasta los 70 u 80 cm.
Tatuaje y falso tatuaje:
restos de pólvora que no ha
combustionado, plomo y cobalto
fundido, hierro fundido (de la
superficie de los cañones),
todo aglomerado por el calor.
Tiro a bocajarro, el arma en
contacto próximo absoluto, no
hay ahumamiento, chamusco ni
tatuaje, todo entra por el
conducto del orificio de
entrada.
Entonces: a menos de 6 cm:
tatuaje, falso tatuaje y
chamusco.
De 6 a 25 cm: tatuaje y falso
tatuaje.
De 70 a 80 cm: tatuaje.
Estos elementos contaminan las
proximidades del lugar, las
heridas y las manos del que
dispara.
Guantelete de parafina
derretida: es un soporte con
el que se recuperan las partículas
de la mano del que disparó.
También hay restos de la
carga iniciadora, de la pólvora,
de los metales.
Prueba dermonitratada: también
se positiviza con las sales férricas,
las sales de molibdeno, se le
agregan a los nitratos de la
prueba la determinación del
plomo, antimonio, cobre,
hierro y a veces se puede
determinar la presencia de
carga iniciadora
(guanilnitrosamina), con todo
esto puede decirse que es
positiva. Puede dar positiva
hasta los 15 días, porque se
incrustan en el estrato córneo
y a medida que se va
descamando se van repitiendo
las pruebas hasta obtener
suficientes datos.
Se ha determinado que las partículas
quedan en la mano, en el
antebrazo, cabello, grasa de
la cara, en la ropa, etc.
Esta cobijada bajo el decreto
25 – 35 de 1993.
La BALISTICA es la ciencia
encargada de estudiar el
movimiento, avance y
proyeccion de todo proyectil
lanzado al espacio en general
y los lanzados por arma de
fuego en particular.
Se estudia.
Según su estudio:
Interior.
Exterior.
Efectos.
Según su aspecto científico:
Teórico.
Practico. Que puede ser:
Identificador.
Reconstructor.
3. Características
de El proyectil
Sus componentes son nariz,
ojiva, cuerpo y base. La parte
mas importante del proyectil
es el cuerpo. Se debe tomar
por la base y la nariz en
papel y bolsa, cada proyectil
por separado.
La vainilla:
Sus partes son, el cuello, el
cuerpo, el Rin, la base o
culote, que en la vainilla es
lo que se debe preservar, y el
fulminante que tiene a suves
el percutor, extractor y el
eyector.
El pistón de potencia.
Partes del arma de fuego:
Las principales son: El cañón,
el sistema de alimentación,
el mecanismo de disparo(aguja
percutora) y el sistema de
agarre.
Mientras que existen otros
accesorios como lo son el
punto de mira, el
guardamontes, la cacha,
silenciador y las miras.
Balística interior.
Estudia los fenómenos
interiores que ocurren en el
proceso del disparo (1 – 3
(diez miles) de segundos),
desde que la aguja percutora
empuja la bala hasta que el
proyectil abandona el arma.
Los pasos son:
1. Percusión: Golpe entre la
aguja percutora y el percutor,
y esta empuja el fulminante.
2. Iniciación del fulminante:
Es la relación que se produce
por el golpe (explosión de la
sustancia química) para esto
se necesita que exista el
yunque, es la contrafuerza de
la aguja percutora.
3. Quema del propelente:
Ocurre a una temperatura de
320 a 480 grados centígrados.
Dentro del cartucho.
4. Movimiento del proyectil.
5. Cizayamiento: aparecen las
estrías de acomodación y
rotación.
6. Abandono del proyectil de
la boca de fuego.
7. Retroceso.
Balística exterior.
Estudia que y por que se
afecta el proyectil desde que
abandona la boca de fuego,
hasta que impacta en un lugar
determinado o se detiene.
Con movimiento.
Parabólico : Resultante de la
combinación entre el
desplazamiento del proyectil y
la fuerza de grav
edad ejercida sobre este.
Translación: Espacio físico
medible existente entre la
boca de fuego del arma y el
sitio de impacto.Rotación:
Giro del proyectil sobre su
eje longitudinal, producto de
la fuerza imprimida por la
forma helicoidal de las estrías
y
macizos.
Giroscopio: Movimiento cónico,
pendular que deriva del centro
de gravedad con el movimiento
de rotación.
Con anima lisa (escopeta):
Parabólico.
Translación.
Vibratorio: Movimiento
circulatorio.
Dispersión: Separación del
proyectil hacia cualquier
dirección respecto a la línea
de tiro.
Balística de efecto.
Estudia los destrozos que el
proyectil produce y los que a
este afecta, cuando impacta en
un blanco determinado hasta
que se detiene.
Autorizada su publicación
por su autor:
Alejandra Noillet
zerocool@sinectis.com.ar